Coacoatzintla, reino del elote asado y tamales

*Sobre la serpenteante carretera de la montaña, una parada obligada por el pueblo donde sobresalen vaporeras repletas de tamales de maíz con carne de puerco, pollo y camarón y elotes asados a la leña

Carolina Miranda

Coacoatzintla, Ver.- El aroma a humo surgido de fogatas con leña y el olor emanado de vaporeras enegrecidas que comparten parrilla con mazorcas de maíz, invade la carretera que serpentea la montaña y que atraviesa un lugar llamado Coacoatzintla.

Los trozos de leña ardiendo -sumergidos en parrillas hechas con tambores de metal-, lanzan latigazos de lumbre sobre las vaporeras repletas de tamales y fuego ardiente  bajo elotes tatemados que se vislumbran en modestas casas y comercios a lo largo de la rúa que, como una flecha, nos lleva por todo el pueblo.

El camino al Pueblo Mágico de Naolinco, irremediablemente nos conduce a Coacoatzintla, una parada obligada, no sólo por su campos de flores y sus vestigios religiosos, sino por su tradición gastronómica heredada por las abuelas.

Así, conforme uno se acerca a los asadores, descubre mazorcas envueltas en sus hojas verdes que transforman poco a poco su color a uno negro: elotes asados que se vuelven irresistibles para cualquiera. Ya sea embadurnados con mayonesa, queso y chile; o simplemente con limón y sal.

Y sumergidos en esas ollas que nos recuerdan a nuestras mamás y abuelas, cientos de tamales en hoja de plátano y, sobre todo, de maíz que dejan escapar un vapor caliente con sabores a la alegría de nuestros pueblos.

Obligatorio es deleitarse con la gran variedad de tamales cocidos a la leña, que van desde elote dulce y con chile, de carne de puerco, pollo y camarón (por cierto, éstos últimos, una delicia por su combinación de sabores), salsa verde y hasta de pipián.

Las biografías oficiales, dicen que Coacoatzintla es ampliamente conocido por su preparación de pan en horno de leña y sobre todo el pan de muerto, así como por su siembra, cosecha y venta de elotes, pero es algo más que eso.

En estas tierras prehispánicas, donde los totonacas crearon el eje Cempoala-Tlacolulan, aparece erigida en la plaza pública una Iglesia Católica construida con una evidente arquitectura colonial, cuyos cimientos se remontan al Siglo XVIII..

Y un campanario de más de ocho metros de altura marca la entrada a la parroquia de San Juan, cuya estructura en ruinas se conjuga con la niebla a ras de piso y el ambiente húmedo que caracteriza a la región. Una iglesia en la localidad Chapultepec que destaca su belleza por la parte abandonada de su estructura.

 

 

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